Uno de los materiales más sensibles y difícil de conservar son las piezas echas a base de goma.
Las gomas las encontramos en un sinfín de objetos que van desde juguetes antiguos a piezas de arte contemporáneo. Su principal problema es que sufren deformaciones, cambios de color o textura que van unidos a una perdida de elasticidad, estos factores dañan la pieza llevando en muchos casos a su destrucción. Sus enemigos más peligrosos son: oxígeno, ozono, luz, calor, grasas, aceites y algunos productos químicos.
A nivel particular queremos sugerir una serie de recomendaciones para conservar este material en óptimo estado durante un período prolongado:
- Proteger las piezas de goma del oxígeno y del sol.
- Escoger una temperatura relativamente baja, en ningún caso inferior a 5ºC. Lo ideal es entre 18º y 20ºC.
- Evitar la proximidad y contactos con estufas, cañerías de vapor, agua calientes o cualquier otra fuente de calor.
- Para las piezas de goma que no contengan telas en su constitución, lo ideal es una atmósfera ligeramente húmeda.
- Evitar el contacto con piezas metálicas, especialmente cobre y sus aleaciones.
- Evitar contacto con grasas y aceites.
- Evitar a las piezas de goma todo el esfuerzo, deformación o doblez inútil.
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